Siento el fluir de la vida en cada poro de mi piel.
Sin embargo mi mente lo percibe con lentitud, monotonía y cierto aire de melancolía.
El tren de la vida avanza a una velocidad vertiginosa,
sin un rumbo fijo, sin apenas detenerse en las paradas señaladas
de cada estación.
La vida como si de las olas del mar se tratase, termina rompiendo contra las rocas,
con ese sonido característico, desapareciendo para siempre,
y dejando tras de sí una huella, una estela espumosa.
La estela se va archivando en lo más profundo del Ser.
Ya pasado un tiempo, esta se manifiesta en todo el cuerpo físico, sus formas son variadas, van desde dolencias y confusión, hasta una especie de espesura mental.
Mirando el cielo claro y despejado en una noche cualquiera,
puedo ver la luna y las estrellas, percibo que no es mi mente la que imagina
la inmensidad infinita del Universo, desde esta perspectiva,
las olas se acercan a las rocas sin llegar a romper,
sólo es un ir y venir, movimiento,fluir, armonía, silencio, NADA
El tren hace largas paradas...
Ser y soy toman un café calentito en el bar de la estación,
conversando y riéndose acerca de como "nos bebemos la vida".
De repente el sonido de un silbato llama mi atención,
¡ya puedo verlo, me quedo tranquilo!
sólo era el REVISOR del tren que va mirando vagón por vagón,
cerciorándose de que todo está en orden y de que el tren
recorrerá los kilómetros que le quedan para llegar a su próximo destino,
sin más complicaciones que las que exige el guión de la película de la vida.
Siento Mis Latidos