"Con ellos comparto y con ellos recuerdo"

domingo, 25 de abril de 2010

LA ENVIDIA.


Envidiar es comparar. Y hemos sido enseñados a comparar, hemos sido condicionados para comparar, siempre comparar. Alguien tiene una mejor casa, alguien tiene un mejor cuerpo, alguien tiene más dinero, alguien tiene una personalidad carismática. Comparar, sigue comparándote a ti mismo con todos los que pasan y la envidia aparecerá; es el acondicionamiento de la comparación por el producto.
Por otra parte, si dejas de comparar, la envidia desaparece, entonces tu simplemente, sabes que tú eres tú y nadie más y no existe la necesidad. Es bueno que no te compares con los árboles, si no, vas a sentir mucha envidia— ¿por qué no fuiste verde? ¿Y por qué Dios es duro contigo y no con las flores? Es mejor que tú no te compares con los pájaros, los ríos, las montañas porque sufrirás. Sólo te comparas con seres humanos porque has sido condicionado para compararte con otros seres humanos; no te comparas con pavos reales o loros. Ahí si que estarías celoso cada vez más: estarías tan celoso que simplemente no podrías vivir.
La comparación es una actitud muy tonta, pues cada persona es única e incomparable. Una vez que comprendes eso, la envidia desaparece. Cada ser es único, incomparable. Tú eres sólo tú: nadie ha sido jamás como tú, y nadie jamás lo será. Y no necesitas ser como otro.
Dios sólo crea originales; no crea copias.
En casa de los vecinos, grandes cosas suceden: el pasto es más verde, las rosas son más rosadas. Todos parecen tan felices –excepto tú. Siempre comparándote. Y el caso es el mismo con los otros, se están comparando también. Quizás están pensando que el pasto es más verde en tu césped –siempre parece más verde a la distancia-- que tu esposa es más bonita, ... Tú estás cansado, no puedes entender como te permites a ti mismo estar atrapado con esta mujer, no sabes como deshacerte de ella— ¡y el vecino tiene envidia de ti por tener una esposa tan linda! Y tal vez tú estás celoso de él...
Todos sienten envidia de los demás y por eso creamos un infierno y nos convertimos en malas personas
Un viejo granjero estaba enojado mirando los daños de la inundación. “Hiram” gritó el vecino” todos tus cerdos se desbarrancaron por el arroyo”. “¿ y los cerdos de Thompson?” preguntó el granjero. “También se fueron”. “¿y los de Larsen?” “Sí”. “¡Mmn! Soltó el granjero, contento “no es tan malo como pensé”
Si en todas partes hay miseria, se siente mejor; si todos están perdiendo, se siente bien. Si todos están felices y exitosos, hay un dejo de amargura.

4 comentarios:

Hada Saltarina dijo...

Osho en una de las cartas de su Tarot Zen lo dice con mucha claridad. Y también Yogananda cuando pide que nadie envidie ni se compare con el otro porque, en realidad, nadie conoce las circunstancias reales de nadie ni lo que el destino les deparará. Aprender a mejorar pero partiendo de la base de uno mismo, es una buena cosa; aprender de los demás en lo que puedan aportarnos pero ser feliz con uno mismo. Un abrazo

Aterciopelada dijo...

Buen post.
Me he visto reflejada en el porque yo siempre voy comparándome con el mundo. Siempre...
Salva hacía tiempo que no me pasaba por aquí, pero apenas tengo ganas de leer y escribir. Aparte es que paso mucho tiempo en la calle con los amigos, estoy muy bien.
Aunque el otro día cometí una gran equivocación pero ya pasó.
Otro día vengo y te leo mejor.
GRacias por tu comentario del otro día me llegó y lo leí como 5 veces para no olvidarlo. ERes una gran persona.
Un fuerte abrazo

Irie dijo...

Muy buena entrada, bellisismo leerte!
un abrazo

JAVIER AKERMAN dijo...

No existiría la envidia si nos diésemos cuenta que no hay un "yo" que comparar con un "tu", no hay nada inherente en sí mismo.
Muy buen y oportuno post, querido Salva.
Un fuerte abrazo y feliz fin de semana.

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