Muerto el ser orgánico, los elementos que lo componen sufren nuevas combinaciones que forman nuevos seres, los cuales toman de la fuente universal el principio de la vida y de la actividad, lo absorben y asimilan para devolverlo a la misma fuente, cuando dejen de existir.
Los órganos están impregnados, por decirlo así, del fluido vital. Ese fluido da a todas las partes del organismo una actividad que las pone en comunicación entre sí, en los casos de ciertas lesiones restablece las funciones momentáneamente perturbadas. Pero cuando son destruidos los elementos esenciales al funcionamiento de los órganos, o están alterados profundamente, el fluido vital es impotente para la transmisión del movimiento de la vida y el ser muere.
Los órganos reaccionan más o menos necesariamente los unos sobre los otros y de la armonía de su conjunto resulta su acción recíproca. Cuando una causa cualquiera destruye esa armonía, sus funciones cesan, como el movimiento de un mecanismo cuyas piezas esenciales están descompuestas. Tal sucede a un reloj que se gasta con el tiempo, o se descompone por accidente, en el cual la fuerza motriz queda impotente para ponerlo en movimiento.
Tenemos una imagen más exacta de la vida y de la muerte en un aparato eléctrico. Ese aparato recoge electricidad, en estado latente como todos los cuerpos de la Naturaleza. Los fenómenos eléctricos sólo se manifiestan cuando el fluido es puesto en movimiento por una causa especial. En ese caso, se podría decir que el aparato está vivo. Cesando la causa de la actividad, el fenómeno cesa; el aparato vuelve al estado de inercia. Los cuerpos orgánicos serían así como una especie de pilas o aparatos eléctricos en los cuales la actividad del fluido determina el fenómeno de la vida; la cesación de esa actividad produce la muerte.
La cantidad de fluido vital no es un factor absoluto para todos los seres orgánicos; varía según las especies y no es un factor constante, bien sea en el mismo individuo, o en individuos de la misma especie. Los hay que están saturados de él, mientras que otros disponen apenas de una cantidad suficiente, y de aquí que la vida sea en algunos más activa, más vibrante y en cierto modo superabundante.
La cantidad de fluido vital se agota y puede llegar a ser insuficiente para el mantenimiento de la vida, sino se renueva por la absorción y asimilación de las substancias que lo contienen.
El fluido vital se transmite de un individuo a otro y el que tiene más puede dar al que tiene menos y en ciertos casos restablecer la vida a punto de apagarse.
Allan Kardec.- El libro de los espiritus
SS27 Ouija Live
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Hogar dulce hogar
¿Hogar, dulce hogar? Es en la intimidad de nuestras casas y hogares donde la fenomenología paranormal parece manifestarse de una forma más contundente y escalofriante, invadiendo nuestro espacio sin permiso. Poltergeists, infestaciones, energías maléficas, visitantes de dormitorio...¿Quién convive con nosotros en silencio? Con Juan Miguel Marsella (Presidente de la SEAMP y director de Madrid Oculto.com), Jose Juan Requena (investigador y escritor).
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2 comentarios:
Querido amigo Salva:
La muerte, la eterna incógnita.
Los budistas recuerdan a menudo a sus seguidores la cercanía de la muerte, hacen hincapié en la importancia de conocer la muerte y tener tiempo para prepararse para su propia desaparición. No debemos negarla.
Una entrada para releerla varias veces.
Un fuerte abrazo y feliz semana.
Un fuerte abrazo para ti Javier, mi gratitud por tus aportaciones en los comentarios y tus visitas al blogs.
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